Mientras el planeta acusa cada vez con más fuerza los efectos del calentamiento global —lluvias torrenciales, huracanes más agresivos, olas de calor extremas—, en México existe un enclave académico que lleva cuatro décadas investigando cómo virar el timón energético del país hacia fuentes limpias y sostenibles. Se trata del Instituto de Energías Renovables (IER) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), protagonista de la más reciente emisión del podcast La Araña Patona.
En una charla distendida pero cargada de datos, el nuevo secretario académico del IER, doctor Osvaldo Rodríguez Hernández, expuso los hitos, retos y horizontes de este instituto de investigación que hoy celebra 40 años de vida y la consolidación de una comunidad multidisciplinaria capaz de cubrir casi todo el espectro de tecnologías renovables.
Cambio climático: lo urgente y lo posible
El doctor abrió a tambor batiente con un recordatorio ineludible: la crisis climática no es un concepto abstracto, sino la causa directa de fenómenos cada vez más frecuentes e intensos. De ahí que el principal mandato histórico del IER sea facilitar la transición energética para mitigar emisiones y adaptarnos a un panorama climático incierto.
Fortalezas que se gestan desde hace 40 años
Rodríguez resaltó el principal baluarte de la institución: su capital humano.
Investigadoras e investigadores pioneros, técnicas y técnicos académicos, estudiantes y personal administrativo conforman un tejido de experiencia en fotovoltaica, eólica, geotermia, refrigeración solar y hasta control de sargazo.
Asimismo, pertenecer a la universidad pública de mayor prestigio en América Latina garantiza infraestructura, financiamiento y colaboración interinstitucional.
Además, la institución refuerza su liderazgo en el sector energético a través de la multiplicidad de laboratorios: próximos a acreditar –o ya acreditados– para ensayos de calidad en módulos fotovoltaicos y calentadores solares, entre otros.
Otra apuesta es la colaboración continua, capacidad que lo dota para integrar soluciones, pues más que proyectos aislados, el IER diseña microrredes y modelos de sistemas eléctricos regionales con alta penetración de energías renovables.
Retos y área de oportunidad
“O te subes o te quedas” —explica el doctor frente a la rapidez con la que países como China abaratan tecnologías clave (autos eléctricos, baterías)—.
Destaca que el gran desafío es reinventar la red eléctrica para que sol y viento convivan a escala colonia, estado y nación, sin comprometer la estabilidad del sistema.
Desde su perspectiva como secretario académico, Osvaldo afirma: “El sueño del instituto es convertir conocimiento en empresas que solucionan problemas reales de la industria mexicana”.
Puentes con la sociedad y la industria
El IER cuenta con servicios tecnológicos: caracterización de paneles y calentadores solares, simulaciones de mecánica de fluidos, diseño de campos eólicos, mapeo de recurso solar, prototipos de potabilización. Servicios que forman parte del esfuerzo por tender puentes con la industria.
El instituto también desarrolla cursos de educación continua que van desde la enseñanza de programación Python para principiantes hasta software avanzado de simulación y diseño de materiales. Y visitas guiadas que se realizan todos los jueves para distintos públicos, gestionadas por la Unidad de Comunicación de la Ciencia.
Formación de talento: del aula al laboratorio
Osvaldo Rodríguez hace hincapié en los recursos humanos de la institución. Y recordó que es uno de los pocos institutos de la UNAM con licenciatura propia —Ingeniería en Energías Renovables— y funge además como sede de posgrados en ingeniería (área energía), ciencias físicas, ciencia e ingeniería de materiales y ciencias de la sostenibilidad.
El profesorado enseña en la línea de investigación que cultiva: fotovoltaica, eólica, hidrógeno, bioenergía o eficiencia energética.
Resultado: personas egresadas listas para incorporarse a la industria… o para volver al instituto con un reto bajo el brazo.
Mirar al futuro sin perder de vista los mangos
La transición energética exige un esfuerzo colectivo —comunidad académica, estudiantes, empresas, legisladores y ciudadanía— para cosechar frutos a largo plazo, en una metáfora afable que el doctor comparte con calidez.
Así como los mangos criollos que adornan la entrada del campus se recolectan cada temporada, los hallazgos del IER y sus logros académicos se recolectan en comunidad.
"El futuro ya está aquí: vehículos eléctricos, baterías y grandes parques solares son una realidad. Nuestro reto es integrarlo todo de manera inteligente y justa”, subraya el doctor Rodríguez.
Visita, colabora, transforma.
Para cerrar la charla, y antes del punto final, el secretario académico del IER extiende una cálida invitación a nuevos talentos: “Si eres estudiante de
bachillerato, profesional del sector o simplemente una persona preocupada por el clima, el IER abre sus puertas: agenda una visita, inscríbete en un curso, propón una colaboración”.
Porque, como bien sentencia La Araña Patona, “hay que ir a lo que nos truje Chencha…” y lo que nos apremia hoy es transformar la forma en que
generamos y usamos la energía.